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Negra conjura
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Описание:
Javier Rey de Sola. Negra conjura
Автор:
eka42003
Создан:
8 ноября 2010 в 11:34 (текущая версия от 29 декабря 2010 в 00:09)
Публичный:
Нет
Тип словаря:
Книга
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Содержание:
503 отрывка, 227290 символов
1 JAVIER REY DE SOLA
NEGRA CONJURA
UNA DIVERTIDÍSIMA PARODIA SOBRE NUESTROS MÁS OCULTOS MIEDOS
(Esta novela está agotada, sólo podrás conseguirla en la red.
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NEGRA CONJURA
(Javier Rey de Sola)
Breve sinopsis: La acción se desarrolla en una tribu de negros en la selva. Dos hermanos, uno declarado en rebeldía, se disputan el trono. El ministro del rey le aconseja suplantarse por un doble, que casualmente es el porquero del reino.
2 Se suceden hilarantes equívocos y una expectante espera de noticias, intercaladas con menudas anécdotas que reflejan un mundo ficticio y peculiar en el que tienen cabida todo tipo de situaciones que parodian la convivencia humana. El final del libro es sorprendente. La ironía es señal característica de la obra, así como el lenguaje, mezcla de culto y popular.
CAPÍTULO 1º
Paseaban al atardecer por las afueras de la aldea el obeso soberano y Filemón, su favorito.
3 -Aún mi corazón palpita –decía el rey- de la irresolución extremada de mi pueblo.
-Cuando hay lucha de facciones el pueblo titubea –respondió el ministro.
-Tienes razón, Filemón, y si no fuera por ti, que en la adversidad me fuiste fiel, no ceñiría ya mis sienes la corona, enalteciendo en contra la cabeza de mi hermano.
-Pasó el peligro, mi señor, y los pocos que escaparon al hacha del verdugo se han internado en la selva, donde habrán de enfrentarse con las fieras.
4 El rugido de un león vino a confirmar estas palabras.
-Sigo sin explicarme la fuga de mi hermano.
-Una imperdonable negligencia. El guardián fue castigado.
-Volverá para vengarse: lo conozco –la frente del rey se perló de un sudor frío.
Se oyeron unos gritos.
-¡Majestad, majestad!
-Parece N'Gono –apuntó el rey.
-Es él –dijo el ministro.
Pronto N'Gono, el bufón enano al servicio del monarca, se humilló a sus pies.
5 -Levántate, mi buen N'Gono –dijo el rey-. ¿Vienes a iluminar mi semblante con tu ingenio?
La impetuosa llegada del bufón respondía a otros motivos: su infiltración entre las mermadas huestes del traidor, el encuentro de éste tras su fuga con M'Bah, su feroz lugarteniente, la conversación de ambos.
La vida del enano había corrido un gran peligro mientras, acurrucado en un hueco, se informaba de los aviesos planes.
6 -Entre las iniquidades que el traidor juró cometer a su regreso –concluyó N'Gono-, destaca el ultrajar a mi señor ante su pueblo.
-¿Ultrajar? –se extrañó el rey-. ¿Qué quieres decir?
N'Gono bajó en silencio la cabeza.
-¡Cielo santo! –exclamó Filemón horrorizado.
La negra cara del monarca adquirió un tinte grisáceo. Al cabo de un tiempo dijo:
-Ya desde pequeño dejó ver su mal carácter. Baste decir que uno de sus juegos, intentado infructuosamente erradicar por sus maestros, consistía en...
7 –se interrumpió-. ¡Pero basta de palabras! Hay que tomar medidas de emergencia.
El ministro infló el pecho.
-Me hago responsable de la seguridad del rey –dijo con énfasis-. Acordaré con Metella lo indicado.
Metella era el supremo jefe militar. Era proverbial su valentía.
-Deposito sobre ti mi confianza –dijo el rey-. Volvamos.
Las sombras del crepúsculo se habían acentuado. En la aldea, un grande y desordenado grupo de cabañas dispuesto en torno al palacio del monarca, brillaban las antorchas.
8 Comenzó a oírse el monótono redoblar de los tambores convocando a la fiesta en celebración de la victoria.
El palacio estaba fuertemente protegido por centinelas armados que se pusieron firmes al llegar el rey. Todavía su porte reflejaba la pasión guerrera de las últimas jornadas.
-Tomemos un refrigerio –invitó el rey.
Dio palmadas, y trajeron en el acto unas bebidas que saborearon mientras el bufón se esforzaba en sus piruetas.
9 Se oyeron voces femeninas y se descorrió la cortina que daba paso a la contigua dependencia, recortándose en el vano la figura de una mujer extraordinaria.
¿Quién osaría describir la belleza de una reina? ¿Quién se atrevería a mencionar sus perfecciones? ¿Quién a recorrer con la mirada el camino delicioso que se inicia en sus pequeños pies desnudos, en sus tobillos tintineantes, continúa por sus piernas de caoba, asciende por sus muslos y circunda sus caderas redondeadas?
10 ¡Ah! ¿Quién siquiera pensaría en ceñir su talle delicado, en acariciar la curva de su vientre y apretar la fruta de sus pechos? Pocos, simplemente, tendrían el valor de contemplar ese rostro turbador, esos ojos húmedos de fuego.
La bellísima Lucinda, esposa incomparable del monarca, avanzó un paso. Dos esclavas a su lado movían suavemente un abanico.
-Honor y larga vida al rey –dijo la reina observando el protocolo; luego mostró el sentido práctico habitual de las mujeres-: ¿No se introducirán agentes enemigos aprovechando el festejo de esta noche?
 

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